Como habíamos programado una prueba de la Fazer 1000, los amables vendedores del concesionario Crestanevada de motos de ocasión en Granada nos propusieron probar la nueva innovación de Yamaha: la MT-03.
El concepto de la big single no está ni mucho menos muerto y después de haberla ofrecido con inyección electrónica y 60 cc extra en la nueva XT, la marca de los diapasones ha decidido este año diseñar otro vestido. La MT-01 tuvo un lanzamiento sorprendentemente exitoso, por lo que parecía una buena idea basar este aspecto inusual en un motor que ya ha demostrado su eficacia en el pasado con todo el pedigrí desde la XT 500.
El resultado es un pequeño roadster con un aspecto innovador que anuncia directamente sus pretensiones: la diversión.
Enseguida se ve que el aspecto es fuera de lo común, con dos grandes silenciadores bajo el asiento, un amortiguador lateral muy bonito, un frontal macizo, un trasero acortado y un bonito basculante.
En resumen, es una buena manera de dar un lavado de cara al gran «Ñam». Este último es el mismo que se encuentra en la última XT, pero ha recibido algunas pequeñas modificaciones para borrar algunos fallos desagradables en el uso, sobre todo en las revoluciones y las vibraciones. La MT-03 ofrece un gran mono de 660 cc, desarrollando nada menos que… ¡45 CV! Por supuesto, ya sabemos que la sorpresa no vendrá de la mano de la aceleración relámpago de este modelo. Pero Yamaha apunta a la diversión y esperamos que los 5,7 mkg de par motor sean suficientes para llevar a la bestia que todavía tiene un peso en seco de 174,5 kg.
El acabado es limpio, con sólo un pequeño problema: el velocímetro es muy plástico y dista mucho de ser elegante… el presupuesto de diseño debe haberse gastado en todo lo demás, realmente parece una chapuza.
Felipe será el primero en pilotar la MT-03. En cuanto salimos del concesionario, mientras yo me lo paso en grande con la monstruosa Fazer 1000 en las grandes curvas, Felipe tiene que esforzarse con la gran moto para seguir nuestro ritmo y mantener el manillar en la curva para que la diferencia no sea mayor. Está pensado para la ciudad y las carreteras pequeñas a un ritmo tranquilo.
Felipe se hace con los mandos y hace un poco de ida y vuelta para ponerse a tono. Rápidamente, empieza a orientarse y a divertirse con el pequeño mono. ¡¡¡¡Incluso se deja tentar por algunos trucos reservados a los iniciados y de los que faltan las fotos ya que mi cámara digital acaba de abandonar el fantasma !!!! Arrrggghhhhhh…
Ahora me toca subir a la MT negra. Dada la ubicación, empezaré directamente con la sesión de diversión. Me siento en un sillín bastante cómodo y la posición me recuerda inmediatamente a la SV. En cuanto empiezo a rodar, siento que retrocedo en el tiempo porque el motor me recuerda a mi primer amor: mi buena XTE Supermotard… Nada que decir, realmente me siento en territorio familiar. Al contrario que el XT, el chasis está muy cuidado.