Revelación número 2: adaptarse a las necesidades del consumidor
La historia tiende a repetirse. Aunque nadie puede predecir con exactitud el impacto a largo plazo de la pandemia, algunos miran al pasado, y a grandes crisis mundiales como la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, para entender lo que puede esperarnos.
Entre octubre de 1929 y 1933, la Gran Depresión provocó el desempleo de 15 millones de estadounidenses. Como consecuencia, el país experimentó la mayor caída del gasto real total de los consumidores hasta la fecha.
La Segunda Guerra Mundial también influyó en los hábitos de consumo. A lo largo de estos acontecimientos, el mundo de la venta al por menor, la fabricación e incluso la distribución tuvieron que adaptarse reactivamente para satisfacer las necesidades del consumidor final. El filete T-bone fue sustituido por la escasa lata de spam, y los consumidores sintieron una sensación de privación.
La pandemia actual también puede dar lugar a la racionalización de la elección, en la que los consumidores tomarán decisiones de compra basadas en la necesidad y no en el deseo. Por el momento, es posible que los fabricantes tengan que alejarse de los servicios personalizados y ofrecer muchas menos opciones para lograr mayores volúmenes de producción y optimizar los costes.
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